Un alma ha muerto

La luz es tenue en las calles vacías.
Las voces afónicas se cansaron de gritar.
Un alma muerta yace en un rincón sin salida.
Los culpables son conocidos, pero no los juzgarán.
Mientras su cuerpo deambula por la ciudad, yo hoy acudo a su funeral.
Soy testigo de su dolor, la oí y no la auxilie.
Pecó de inocente, y antes de vengarse prefirió suicidarse.
Ya no habrá reencarnación. No la volveré a encontrar.
Hasta ayer creía que las almas no podían morir, que alguien sin alma no podía existir.
No concibo entender que ella jamás me vuelva a leer.

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